¿Qué es eso llamado “terapéutico”?

Por Dr. Jorge Luis Pellegrini

En el siguiente artículo se pone en tensión lo que se conceptualiza como “terapéutico” a través de manera atractiva y simple, pero no por ello sin una gran riqueza en lo que nos transmite para la práctica, como nos tiene acostumbrado Jorge Luis Pellegrini. Quienes han tenido la posibilidad de escucharlo y leerlo, saben que esta puesta en tensión cuenta de una cuota de realidad, de caminar las calles, de mucho trabajo. Una persona que te contagia su pasión por una labor en salud mental pensada hacia la comunidad. Alguien que constantemente invita a pensar y poner en jaque a la práctica, no permitiendo que quede inmovilizada ni estancada, sino que viva en constante tensión, centrada en el respeto por el otro y en los derechos humanos.

Las líneas que se presentan a continuación son parte de la presentación “nuevos actores” dada en el 6°congreso Argentino e Iberoamericano de Acompañamiento Terapéutico y que quedó plasmado en el libro “Acompañamiento Terapéutico, innovaciones en la clínica, inscripción institucional”*.

Dicen que tengo una rara habilidad para poner  el dedo en el ventilador, así es que voy a tratar de hacer eso que sé: plantear algunas cosas que damos por supuestas y que Pichón Reviere nos enseñaba que ahí está la base del malentendido y del obstáculo del conocimiento.

Me gustaría para empezar, preguntarme qué significa terapéutico?, la verdad es que “¿Pellegrini cómo se te ocurre venir a preguntar tamaña simpleza!” Pero vamos a ver si es así…

Quizás varios dijeran que lo terapéutico es aquello que permite trabajar con enfermos abordando la enfermedad y los pasos que en ese sentido se dan. No sé si esto les representa, pero estoy haciendo un esquema imaginario.

Quizás otros dirán que lo terapéutico es aquello que tiene determinado  tipo de encuadre y que permite trabajar con enfermos y los temas de la enfermedad individual, familiar, de pareja. Si alguno de ellos tiene formación psicoanalítica, o es psicoanalista seguramente nos diría que hay un setting que preside el acto terapéutico y que, para que sea terapéutico, tiene que abordar el inconsciente, sino no es terapéutico, bueno en fin… todas estas cuestiones y matices que todos los conocemos.

Pero a poco que repasemos este imaginario diálogo que yo estoy proponiéndoles, veremos que las tres respuestas tienen un común denominador: esas respuestas se proponen trabajar con enfermos en el campo de la enfermedad. Eso ¿está bien o mal?

El tema que nosotros podemos plantearnos algunos esquemas de horizontes más amplios.

Por ejemplo: el encierro, las instituciones y las técnicas basadas en el encierro ¿son terapéuticas? ¿Hay instituciones terapéuticas e instituciones iatrogénicas? Linda pregunta ¿no? Yo creo que nosotros debemos trabajar para que las instituciones sean terapéuticas ¿pero qué quiere decir esto? ¿Qué curen enfermedades? Puede ser.

Más bien me animo a proponerles que pensemos, para ampliar el horizonte y para mirar estos nuevos actores. Aclaro: nuevos actores también tienen que ser los viejos actores transformados. Que no haya nuevos actores con viejos actores que marcan el libreto y les dicen lo que tienen que hacer.

Si los acompañantes terapéuticos son nuevos actores manejados por profesionales que basan su trabajo en el encierro, en el maltrato y en la negación de derechos humanos. O sea, nuevos actores son también los viejos transformados. Entonces parece que se nos complica saludablemente el tema de qué es lo terapéutico.

Me gustó mucho la presentación de Karina porque ella nos contó el ejemplo de “N.H. V.” (No hace vínculos) en las historias clínicas. Entonces yo me lo imagine, ella fue muy gráfica, lo que dijo fue muy bonito… fue un acompañante terapéutico que ve el lado de alguien que “no sabe, no contesta” (la historia clínica que ahí era “N.H.V.”) y este acompañante logra que “N.H.V” sea “H.V.” (Hace vínculo). Eso: ¿es o no terapéutico? Lo que sí me preocuparía es que ese acompañante terapéutico creyera que una vez que tomó el café con esta persona, que logró movilizarlo, que salió y que conversó, diga “ahora que el profesional haga el tratamiento”. No. El tratamiento ya está haciéndolo ese AT, porque si ese acompañante terapéutico la va a mandar a hacer el tratamiento con el psicólogo o psiquiatra que hace veinte años está en el Borda y que lo dejo metido en la cama pudriéndose, díganme qué tratamiento va a hacer.

Entonces lo terapéutico es lo que ese acompañante está haciendo y lo iatrogénico es lo que esa institución hizo y hace con esas personas. Si esto es complicado (creo que no es tan complicado), podemos dar un paso más: si nosotros nos atrevemos a pensar que terapéutico es aquello que genera salud, no solo aquello que puede desplazar la enfermedad.

Karina nos decía recién que esta persona empezó a buscar algo vinculado a la peluquería, la bijouteri, porque le gusta hacer eso. Quiere decir que en algún lugar lo tiene, en algún lugar lo preservó, el loquero no alcanzó a destruirle todavía eso que preservaba de querer ser peluquero, de querer dedicarse a la bijouteri. Eso era lo sano, escondido, silenciado, reprimido, que la institución iatrogénica no pudo destruir, pero a lo  mejor esa persona podría haberse muerto en el Borda sin alguna vez decir “voy a salir a ver si me hago peluquero”. Hay que pensar: ¡qué salto gigantesco en el corazón y en la cabeza de ese individuo, que estaba metido debajo de las frazadas: de repente sale y si anima a ir a las veredas!. El tema de la seguridad, ir a la vereda y formularse un proyecto. Ser peluquero, hacer bijouteri: todo eso es un proyecto vinculado a la salud.

Pero es una lección olvidada, esa de Domingo Cabred quien decía hace más de cien años: hasta el enfermo más enfermo de todos los enfermos algo de preserva tiene en sí.

Pero eso lo escuchamos y la dejamos pasar. Tenemos que trabajar: acá viene el salto que yo estoy proponiendo, esos enfermos en el plano de esas enfermedades. En lugar de ser detectives de signos y síntomas, como nos quieren la Universidad y los laboratorios de productos medicinales, en lugar de ser detectives de signos, síntomas y síndromes, nosotros tenemos que tener una mirada con las personas que atendemos a ver los puntos de apoyo sobre los cuales podamos trabajar juntos. Los que él todavía tiene, que le permitan librar su propia batalla apoyándose en ellos contra su enfermedad.

Hacer la que los mapuches vienen haciendo hace dos mil años: nunca estamos totalmente sanos y nunca estamos totalmente enfermos, y que nuestro trabajo principal es ayudar, no curar. Ayudar a que les personas que padecen una enfermedad se apoyen en lo sano que todavía tienen para generar una lucha en sí, consigo mismo, con su familia, ayudados, respaldados por nosotros y por instituciones que no encierren pero que tampoco abandonen esa lucha maravillosa que es la lucha por la salud, que es una lucha hecha de muchas batallas. No es una lucha en la que hay que adivinarles el futuro a los pacientes. A ese paciente que ella contó le había adivinado el futuro, ya “sabían” que iba a ser siempre así. Lo condenaron a la resignación a él, a la familia, a los vecinos, a los amigos, a los enfermeros y a los jóvenes tratantes. Qué bonito ¿no?

Es decir que este terna de lo terapéutico, tenemos que abrirlo, tenemos que pensarlo, porque si nosotros no lo abrimos, no lo pensamos desde un horizonte más amplio, no va a haber nunca nuevos actores, siempre van a estar aquellos psicólogos que yo conocí cuando ingrese al hospital psiquiátrico de San Luis que “ya sabían” quien se iba a curar y quien no se iba a curar. Por supuesto que los que “no se iban a curar” (amplia mayoría de los encerrados) ¿para qué ir a trabajar con ellos? “No tiene tela este paciente”. ¿Ustedes se dan cuenta lo que es decir eso? “Este  paciente no es analizable, este paciente no es tratable”. El que no es analizable y el que no es tratable es el profesional que dice eso. No conozco ningún ser humano en el mundo que no pueda cambiar. Si nosotros creemos que el diagnóstico es un instrumento para operar y que puede ser cambiado, es una cosa. Si nosotros creemos que el diagnóstico es un sello en el orillo para adivinar el futuro, es otra cosa. Con la primera versión hay nuevos actores, con la segunda nunca va a haber nuevos actores, ni nuevas instituciones. Va a seguir la inmovilidad, va a seguir el encierro, va a seguir el lugar indigno para los trabajadores y los profesionales, van a seguir las familias con un hueco adentro nunca resuelto, que es el del loco encerrado. Van a seguir los vecinos pensando que el destino único son la resignación y el encierro ¿y qué nuevos actores va a haber? Si no cambiamos esta idea ¿Que nuevos actores va a haber? Los nuevos van a ser viejos rápido, van a ser reediciones del viejo.

*Extracción del libro “Acompañamiento terapéutico. Innovaciones en la clínica. Inscripción institucional. Compilado por Graciela Bustos y María Laura Frank. 1a edición. Buenos Aires. Dunken, 2011.

**Jorge Luis Pellegrini es médico psiquiatra y escritor. Fue vicegobernador de la provincia de San Luis, ex director de Salud Mental en Chubut, ex Subsecretario de Salud Pública, Director de Salud Mental y Director del Hospital Escuela de Salud Mental de San Luis. Por su trabajo en ésta última institución fue que obtuvo el premio mundial Geneva 2005 por promover los Derechos Humanos en Psiquiatría. Fue invitado como profesor a universidades europeas y latinoamericanas. En 1993 hizo de la apertura de hospitales psiquiátricos un debate cultural en el país. Tiene un amplio trabajo realizado sobre alcoholismo y creó los Grupos Institucionales de Alcoholismo o como los reconocemos en pocas letras: Grupos GIA.

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